La NASA y el satanismo: el ocultista Jack Parsons

Spread the love

Articulo original : https://www.medias-presse.info/nasa-et-satanisme-loccultiste-jack-parsons/192880/

por Léo Kersauzie – 19 de julio de 2024 – Traducido por Elisa Hernández

Ya les hablamos del vídeo de Candace Owens sobre los vínculos entre la NASA y el satanismo. Queríamos profundizar en el tema.

1938 – El ejército estadounidense se interesa por los cohetes

En 1938, el Ejército estadounidense se dirigió a los científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) con una propuesta para financiar dos proyectos de investigación, y el MIT tendría la primera opción.

La primera opción era descongelar aviones. Los aviones vuelan a menudo a través de las nubes en condiciones frías y húmedas.

El segundo proyecto se refería a los cohetes. El ejército quería equipar los aviones con motores cohete para aumentar su velocidad y acortar los tiempos de despegue. Y quién sabe, ¡tal vez incluso enviar cohetes al espacio algún día!

El MIT optó por descongelar aviones. En aquella época, los científicos del MIT no se tomaban en serio los cohetes, considerándolos ciencia ficción.

El ejército recluta a Jack Parsons

Pero el ejército quería financiar la investigación sobre cohetes. Sólo necesitaban encontrar a alguien dispuesto a asumir el riesgo. El ejército encontró al candidato ideal: Jack Parsons, un químico autodidacta y entusiasta de los cohetes que vivía en California. No le importaba arriesgar su reputación, que ya estaba por los suelos y pronto empeoraría. Le interesaba el ocultismo. Invocaba demonios sexuales. Se hizo íntimo amigo del gurú de la Cienciología L. Ron Hubbard.

 Y sin embargo, Jack Parsons resultó ser uno de los científicos de cohetes más brillantes de la historia en lo relacionado a los cohetes, a pesar de sus prácticas ocultistas.

Jack Parsons nació en Pasadena, California, en octubre de 1914. Fue criado por sus adinerados abuelos en una gran finca de Millionaires’ Row (la cuadra de los millonarios), en Pasadena.

A Jack le encantaba crecer allí; tenía total libertad para recorrer los terrenos. Apasionado por la ciencia ficción, él y un amigo del colegio llamado Edward Forman empezaron a lanzar allí cohetes de aficionados. Extraían pólvora explosiva de los fuegos artificiales para fabricar combustible.

De hecho, la mayoría de las veces acababan haciendo agujeros en el jardín, pero eso no era del todo culpa suya. Para volar, los cohetes necesitan un empuje constante. Esto requiere un combustible que arda constantemente. Por desgracia, las pólvoras explosivas son mezclas de varias sustancias. Y si se agita demasiado la pólvora, estas sustancias empiezan a separarse en capas. En este caso, en lugar de arder de forma constante, la pólvora explota.  No es ideal para los cohetes.

Pero el pequeño Jack tuvo una idea. Después de mezclar bien la pólvora, vertió un poco de pegamento sobre ella. El pegamento se endureció e impidió que la pólvora se separara. Aún así no pudo lanzar los cohetes muy alto y el jardín seguía pareciendo un campo de tiro. Pero estaba orgulloso de su pequeña innovación con el pegamento. De hecho, más tarde retomó la idea con resultados espectaculares.

Al mismo tiempo, Jack Parsons, de 12 años, intentaba invocar a un demonio en su dormitorio. Entre crear explosiones en el jardín familiar e invocar demonios, Parsons tuvo algunos problemas de disciplina. En 1929, su madre le envió a una academia militar. En poco tiempo hizo explotar un baño y fue expulsado.

Pero la familia pronto se vio enfrentada a preocupaciones mucho mayores que la rebeldía adolescente de Parsons.  En octubre de 1929, la bolsa se desplomó y la fortuna de su abuelo desapareció.

La situación llegó a ser tan grave que Parsons, que entonces tenía 15 años, aceptó un trabajo para ayudar a su familia. Eligió la Hercules Powder Company. Allí pudo aprender química y robar explosivos.

Después de la preparatoria, fue a la universidad, pero la abandonó porque no podía pagar el coste. A partir de entonces, aprendió de manera autodidacta todo lo que sabía sobre química.

En 1935, Parsons se casó con su novia de la preparatoria, Helen Northrup. Ese mismo año, su vida cambió para siempre cuando asistió a una conferencia sobre motores de cohetes en Caltech. Fue con Edward Forman, el amigo que le había ayudado a fabricar cohetes en su jardín.

Cohetes y viajes espaciales

En una discusión tras la conferencia, Parsons y Forman conocieron a algunas personas que acabaron presentándoles a Frank Malina, un estudiante de Caltech que estaba escribiendo una tesis doctoral sobre el cohete.

Preguntaron a Malina cómo podía acceder a los recursos de Caltech: dinero, laboratorios, su túnel de viento de 320 km/h. También empezaron a hablar de utilizar cohetes para visitar el espacio y explorar otros planetas.

Malina era un científico graduado poco común que no sólo estudiaba cohetes, sino que también le gustaba pensar en los viajes espaciales. Había estado obsesionado con la exploración espacial desde que leyó a Julio Verne de niño.

Pero Malina sabía que hablar abiertamente de cohetes espaciales no se tomaba en serio. Así que Malina les dijo a Parsons y Forman que lo dejaran. Tenían que ser astutos. Podían hablar de adaptar los motores de los cohetes a los aviones. Pero nunca podían hablar de cohetes espaciales, salvo en secreto.

Armados con este entendimiento, los tres hombres unieron sus fuerzas. Pero a pesar de su discreción, les resultó difícil conseguir financiación. Los cohetes simplemente parecían una idea demasiado descabellada. Así que Malina y Parsons empezaron a escribir un guión sobre dos heroicos científicos de cohetes. Esperaban vender el guión a un estudio cinematográfico y utilizar el dinero para financiar su investigación.

Cuando ese plan fracasó, Parsons empezó a gastarse cada dólar que ganaba en el trabajo en equipos para cohetes. También vendió nitroglicerina de contrabando que había estado fabricando en casa. Incluso empeñó el anillo de boda de su esposa Helen para conseguir dinero extra.

Las primeras pruebas del trío tuvieron lugar en el desierto de Mojave. Los cohetes más avanzados de la época eran esencialmente los mismos que utilizaron los británicos en la Guerra de 1812. El «resplandor rojo de los cohetes» de la «Bandera estrellada».

El trío del desierto superaría finalmente esta tecnología, pero no sin algunos contratiempos. Como químico del grupo, Parsons se concentró en fabricar combustible para cohetes. Experimentó con combustibles sólidos y líquidos.

El combustible sólido era la pólvora. Pero la pólvora es una mezcla de varias sustancias: carbón, azufre y salitre. A escala molecular, estas sustancias tienen tamaños diferentes. Y si se las agita, estas sustancias se separan.

Parsons también experimentó con cohetes de combustible líquido. Sus motores de combustible líquido estaban equipados con dos tubos. Uno suministraba oxígeno líquido y el otro alcohol metílico. Estos líquidos se mezclaban en una cámara, donde un sistema de ignición los accionaba para iniciar la combustión.

Primera gran prueba en Halloween en 1936

La primera prueba importante con un motor de combustible líquido tuvo lugar en Halloween en 1936. No salió bien. En tres ocasiones, el motor no arrancó.  En la cuarta ocasión, el tubo de oxígeno se incendió y empezó a escupir llamas a los motores. Pero el trío mejoró. En enero de 1937, sus motores de líquido producían un empuje impresionante. Un miembro de la facultad de Caltech les ofreció espacio de laboratorio en el campus. Era una gran oportunidad.

Laboratorio de Propulsión a Chorro

Cuando se trasladaron, el trío decidió llamar a su nueva unidad el Laboratorio de Propulsión a Chorro, el famoso Jet Propulsion Laboratory (JPL), que ahora conoce la NASA. Debería haberse llamado RPL, por Rocket Propulsion Laboratory (Laboratorio de Propulsión de Cohetes). Pero entonces, hablar de cohetes se consideraba una locura.

Mientras tanto, Parsons, con 23 años, se hacía un nombre en los periódicos. En 1938, un capitán de la policía de Los Ángeles fue detenido por intentar asesinar a un detective privado. El detective había descubierto información sobre corrupción policial. El capitán colocó una bomba casera en su coche. Explotó pero no mató al detective. El capitán fue juzgado por intento de asesinato. Como experto local en explosivos, Parsons se convirtió en el testigo estrella del juicio. Incluso construyó una réplica de una bomba de tubo e hizo explotar un Chrysler. La prensa hizo su agosto. Su testimonio condenatorio envió al corrupto capitán de policía a prisión e hizo de Parsons una celebridad menor. Esta fama, junto con varias pruebas prometedoras de cohetes, ayudó a Parsons y al JPL a conseguir varios miles de dólares en subvenciones. Una de ellas fue para el desarrollo de motores de cohetes para el ejército.

Por desgracia, el trío del JPL pronto perdió su acogida en Caltech. Su trabajo era bastante ruidoso, con motores zumbando día y noche. Y Parsons no era muy cuidadoso con la seguridad. Su equipo tenía constantes fugas de productos químicos. Una fuga quemó todo un césped exterior. Otra se filtró a otros laboratorios del edificio y corroyó todo el equipo metálico que había allí.

Luego estaban las explosiones. Una de ellas fue especialmente peligrosa. Casi decapitó a alguien y dejó un gran trozo de metralla incrustado en una pared. En total, el JPL gastó una cuarta parte del dinero de su subvención en reparar los edificios del campus. La gente les apodó el «Escuadrón Suicida».

En 1940, el JPL fue finalmente expulsado del campus. Se trasladaron a un cañón en Pasadena Oeste. Al principio era bastante rudimentario, sólo unos cobertizos de hierro sin ventilación para guardar el equipo.

Pero sus instalaciones crecieron hasta convertirse en lo que hoy es el campus del JPL. Malina y Parsons se convirtieron rápidamente en las fuerzas motrices del JPL.

Su relación era a veces tensa. Melina era metódico. Insistía en recopilar datos y comprender cada paso antes de seguir adelante. Parsons, por su parte, siempre quería avanzar. Antes incluso de haber construido un motor, ya estaba hablando de su próxima gran idea. Parsons tenía muchas ideas brillantes.

Pero el equipo empezó a resquebrajarse a medida que su ocultismo adquiría importancia.

Seguidor del satanista británico Aleister Crowley

Parsons nunca había abandonado su fascinación por el ocultismo. De hecho, esta obsesión estaba a punto de apoderarse de su vida.

Jack Parsons siempre tuvo un lado literario. Leía poesía y mitología griega. También se unió a un club de ciencia ficción en el sur de California, donde frecuentó a Robert Heinlein y Ray Bradbury.

Pero, por encima de todo, Parsons se interesaba por lo oculto. Estaba especialmente obnibulado por el satanista británico Aleister Crowley, un hombre que en una ocasión se presentó a sí mismo como la Gran Bestia 666.

Parsons no ocultó sus intereses a sus colegas del JPL. Al contrario, durante las pruebas de cohetes, recitaba un poema de Crowley titulado «Himno a Pan». Decía que les trearía suerte. Sus colegas se reían. Uno le llamó «chiflado encantador». Nadie le tomó en serio.

Pero Parsons veía la cohetería y el ocultismo como dos caras de la misma moneda.

La secta Thelema, de la magia a los rituales sexuales

En 1939, Parsons y su esposa Helen asistieron a un ritual de una secta llamada Thelema. Aleister Crowley inventó Thelema a principios del siglo XX. Se basaba en una mezcla de diferentes prácticas, desde el antiguo Egipto hasta los ritos paganos y la masonería.

Los dos aspectos centrales del Thelema son la magia y los rituales sexuales. En Thelema, la magia consiste en interactuar con los espíritus y hablar con los muertos.

Por el contrario, los rituales sexuales son exactamente lo que parecen ser. En la secta de Crowley, el sexo se consideraba un sacramento. Durante el ritual gnóstico, los fieles comían lo que se conoce como tartas de luz. Eran eucaristías hechas de harina, miel, aceite, ceniza y, a menudo, fluidos corporales como esperma o sangre menstrual.

Después de presenciar este ritual, Parsons y su esposa Helen quedaron fascinados con la secta. Parsons incluso empezó a experimentar él mismo con rituales mágicos. Interpretó sus experiencias a través de la nueva ciencia de la mecánica cuántica.

Con su habitual entusiasmo maníaco, Parsons también empezó a reclutar gente para que probara su nueva secta. Todos sus compañeros científicos se negaron. Pero Parsons y Helen reclutaron a Betty, la hermanastra de Helen.

Con el tiempo, Parsons y Helen se mudaron a una mansión con otros seguidores de la secta. Formaron una especie de comunidad, en la que cada persona pagaba 100 dólares de alquiler.

Para el gusto de Parsons, la casa estaba en Millionaire’s Row, la calle donde había crecido.

Pero en Millionaire’s Row también vivían varios miembros de la alta sociedad. Como Lily Busch, heredera de la fortuna cervecera del mismo nombre. Estas personas no apreciaban demasiado a sus nuevos vecinos.

Las cosas empezaron a ir mal entre los miembros de la secta en 1941. Moralidad sexual, consumo copioso de drogas y alcohol. El ocultismo de Parsons pronto tuvo consecuencias cada vez más visibles que avergonzaban al ejército.

Y las cosas estaban a punto de empeorar. En parte debido a la llegada de una nueva persona a la secta, un tal L. Ronald Hubbard. Veremos su historia en un artículo posterior…




Comments

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *