Traduccion del articulo : https://www.medias-presse.info/credo-quia-absurdum-la-revelation-de-la-methode-intervention-de-mgr-vigano-lors-de-la-conference-pour-la-presentation-a-florence-de-lessai-crime-detat/211097/
por Fabien Laurent — 28 de octubre de 2025 – Traducido por Elisa Hernández

«El mal debe ocultarse a la luz del día, ya que las reglas del universo imponen que aquellos que son engañados consientan su engaño» (1)
Credo quia absurdum («creo porque es absurdo») (2)
Queridos amigos:
Es un placer para mí intervenir en este acto organizado por el profesor Umberto Mendola con motivo de la presentación de su ensayo Crime d’État (Crimen de Estado), del que he escrito el prólogo. Este libro dejará un testimonio escrito completo y autorizado, que condena la repugnante complicidad de todos esos personajes, aún en el poder, que se han mostrado dispuestos a prostituirse ante un régimen subversivo y tiránico. Espero que el coraje y la competencia profesional del profesor Mendola animen a otros, cada uno en su propio ámbito de compromiso social y profesional, a alzar la voz para denunciar uno de los crímenes contra la humanidad más horribles.
Sin querer repetir lo que ya he escrito en el prefacio, permítanme añadir a estas palabras y al ensayo del profesor Mendola un elemento que, en mi opinión, puede dar sentido a lo que hemos visto en los últimos años.
Todos lo hemos comprendido: la pandemia ha sido el comienzo de una guerra no convencional, librada por la élite globalista contra la humanidad y contra Dios.
El odio de Satanás hacia el hombre está motivado por el hecho de que este ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, y que solo el hombre —y no los ángeles— ha recibido el privilegio sin precedentes de la Redención divina, que restablece, a través de la Pasión, la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, el desorden causado por el pecado original cometido por nuestros primeros padres, Adán y Eva. Satanás no soporta que nosotros, los humanos, tengamos la posibilidad de convertirnos en hijos de Dios (Jn 1, 12) y participar en la bienaventuranza eterna que la antigua Serpiente ha perdido irremediablemente. Al no poder impedir la Redención, Satanás intenta reducir sus frutos llevando al infierno al mayor número posible de almas. Por esta razón, todo lo que Satanás nos propone está intrínsecamente y necesariamente destinado a matarnos en alma y cuerpo, con el fin de arrebatar las almas a Dios mediante el engaño y la mentira. Y mediante el dinero, que no por casualidad se denomina «el estiércol del diablo». El dinero es «estiércol» cuando se convierte en la medida de todas las acciones humanas, o en el medio para corromper a los hombres y convertirlos en sus esclavos. La acción de la élite globalista muestra la marca de la Bestia (Ap 13, 16) precisamente al considerar como una mercancía, como algo comercializable, no solo los bienes materiales, sino también los bienes inmateriales que, en una sociedad tradicional y católica, estaban animados por la caridad hacia el prójimo: pienso, por ejemplo, en la educación de los niños o en el cuidado de los ancianos y los enfermos, posible en el seno de la familia tradicional. El negocio del baby-sitting para los niños y de las residencias para personas mayores es el resultado de una acción de ingeniería social que se extiende a muchos otros aspectos de nuestra vida cotidiana, en particular la llamada «acogida» de migrantes irregulares, planificada para islamizar Europa y crear inestabilidad y disturbios civiles.
El golpe de Estado pandémico ha podido llevarse a cabo y contar con tanta colaboración precisamente porque ha favorecido el enfoque económico.
Se han utilizado ríos de dinero para domesticar a políticos, magistrados, periodistas, médicos, empresarios, actores, cantantes, deportistas y, lo que no nos sorprende, al Vaticano, a Bergoglio, a la Conferencia Episcopal Italiana, a los obispos… Todos dispuestos a venderse y a ponerse del lado de la élite, de la supuesta «ciencia», de los supuestos expertos. El profesor Mendola tiene toda la razón: fue un «crimen de Estado», perpetrado de forma simultánea y coordinada en todas las naciones occidentales. El primer paso de una guerra que ya tiene nuevos frentes preparados: como el del hambre provocada por la destrucción sistemática de las pequeñas explotaciones agrícolas en nombre de la emergencia climática, por la centralización de la producción alimentaria en manos de las multinacionales y por el consiguiente aumento exponencial de los precios de los alimentos. Una realidad que va acompañada de la imposición de la identidad digital y la moneda electrónica, para obligarnos a consumir solo lo que la élite ha decidido producir y vendernos.
Si bien somos conscientes del crimen que se ha cometido contra la humanidad y de las razones teológicas de esta aversión hacia el hombre como criatura de Dios, sin embargo, pasamos por alto la razón por la cual, con demasiada frecuencia —especialmente durante la pandemia—, hemos recibido información contradictoria de parte de aquellos que deberían haberla ocultado: pensemos en el suero «seguro y eficaz», definido por Bergoglio como «un acto de amor para salvarnos juntos», por el que, sin embargo, el Estado concedía protección penal a los médicos vacunadores. O en la necesidad de reducir la huella de CO2 defendida por multimillonarios que viajan en jets privados o yates muy contaminantes. Si se trata de criminales —y sabemos que lo son—, ¿por qué nos dicen lo que pretenden hacer, con el riesgo de que nos organicemos para impedírselo?
¿Por qué nos muestran las contradicciones de su relato, como si quisieran darnos un medio para denunciarlos?
La respuesta que me gustaría compartir con ustedes proviene de dos fuentes aparentemente sin relación: Aleyster Crowley, un esoterista luciferino fallecido en 1947, y Michael A. Hoffman II, un historiador experto en sectas secretas y manipulación psicológica, que aún vive.
Crowley, que fue introducido en el círculo británico al que pertenecían George Orwell y Aldous Huxley, escribe: «El mal debe ocultarse a la luz del sol, ya que las reglas del universo dictaminan que aquellos que son engañados consienten su engaño». Dado que Crowley es un satanista convencido, no nos sorprende su confesión, en la que se desvela el verdadero fraude de Satanás: conseguir nuestra adhesión al mal no mediante el engaño y a nuestra espaldas, sino llevándonos a aceptar la mentira con la que define el mal como bien, y la ficción con la que nos presenta el bien como mal. Satanás quiere esencialmente nuestra humillación —«Te daré todo esto, si, postrándote a mis pies, me adoras (Mt 4, 9)— y nuestra ratificación de que, si realizamos este acto, es porque aceptamos creer en él, el mentiroso, en lugar del Dios verdadero. Eso es lo que quiere Satanás, queridos amigos: hacernos ocupar el lugar de Dios, conscientes de la locura —de la ὕβρις— de nuestro insensato gesto de desafío.
Por otro lado, Hoffman aborda el mismo tema desde otro ángulo, identificando a una élite oculta que utiliza técnicas de ingeniería social para controlar a las masas. No se trata solo de conquistar el poder económico o político, sino de librar una guerra psicológica: un «psicodrama oculto» que transforma la realidad en un ritual mágico y alquímico. Los medios de comunicación, las películas, los acontecimientos históricos (como el asesinato de JFK, el 11 de septiembre o el escándalo Epstein) son herramientas para «alquimizar» la mente colectiva, hacerla pasiva e incapaz de reaccionar. En esta fase terminal, la élite ya no oculta nada, sino que revela deliberadamente partes de su «método» (las estrategias de manipulación), como un acto de humillación y supremacía. Estudios de psicología social confirman que este cruel juego de esclavitud y dominación de las víctimas sirve para provocar esa disonancia cognitiva que conduce inevitablemente a la desmoralización (en la conciencia de ser impotente), al consentimiento implícito (un «consentimiento» pasivo, como para decir: «Te voy a mostrar lo que hago, y tú no haces nada, por lo que estás consintiendo») y a la aceptación del poder despótico (la élite se burla de las masas, reforzando su control psicológico sobre ellas).
Hoffman escribe: «El principio alquímico de la Revelación del Método tiene como componente principal una burla mofosa de las víctimas, similar a la de un payaso, como una demostración de poder y arrogancia macabra. Cuando se ejecuta de forma velada, acompañada de ciertos signos ocultos y palabras simbólicas, y no suscita ninguna respuesta significativa de oposición o resistencia por parte de los objetivos, es una de las técnicas más eficaces de guerra psicológica y violencia mental».[1]
Cuando veíamos bailar a médicos y enfermeras en los servicios hospitalarios y, al mismo tiempo, los telediarios difundían sus boletines de «muertos por Covid» en las unidades de cuidados intensivos —con los engaños que bien conocemos—, nos enfrentábamos a dos «realidades» opuestas. Esta disonancia cognitiva servía precisamente para ver quién sacaría a relucir las contradicciones y quién, por el contrario, se adaptaría fingiendo que no existían, en una operación de gaslighting[2]: «Lo que has visto nunca ha ocurrido», al igual que el protocolo de «tachipirina y espera vigilante» que el «ministro de Sanidad » Roberto Speranza, miembro de la Fabian Society, negó haber impuesto jamás. Fue una prueba masiva para poner a prueba la devoción a la religión sanitaria ayer, a la religión verde (climática) hoy. Cada absurdo aceptado ha debilitado la capacidad de las personas para confiar en sus propias observaciones y en su juicio racional, llevándolas a una forma de apatía ante cada nueva provocación. El mensaje se convierte en: «Podemos mostraros la contradicción entre nuestras palabras y nuestros actos, y vosotros no haréis nada. Aceptaréis tanto la mentira como la prueba de la misma». Se trata de una forma de humillación ritual que funciona no mediante el secreto, sino mediante una exposición descarada, especialmente cuando la obediencia a la autoridad que da órdenes criminales —de ahí el «crimen de Estado»— se ofrece como un sacrificio de la propia racionalidad, como una inmolación de la voluntad. Y eso, queridos amigos, constituye la subversión de los conceptos de autoridad y obediencia, tanto en el ámbito civil como en el religioso. Porque el Enemigo es siempre el mismo y actúa en dos frentes para golpearnos mejor.
La jugada maestra de Satanás consiste en lo siguiente: obtener de nosotros una aceptación irracional ante la evidencia de sus fraudes, que reconocemos como tales pero que, sin embargo, aceptamos como verdaderos, en un acto insensato de orgullo suicida.
Lo que la Serpiente pide es un acto de fe, en efecto: de superstición, de apostasía.
Un Credo quia absurdum en el que la evidencia de la mentira hace que la abdicación de la razón y del sentido común sea más «meritoria», por así decirlo. Por eso los colaboracionistas de la farsa psicopandémica se han desatado con tanta ferocidad contra los rebeldes.
¿Cómo responder al vuelco de lo verdadero y lo falso, del bien y del mal? ¿Cómo hacer frente a esta Revolución, intrínsecamente satánica porque pretende subvertir el κόσμος divino y establecer el χάος infernal de la Sinagoga de Satanás? Reconociendo el fraude de Satanás, denunciándolo, haciendo comprender la coherencia teológica y el peligro social del plan criminal de aquellos a quienes Hoffman llama los criptócratas, los líderes ocultos. Recordad: La verdad os hará libres (Jn 8, 32).
+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo
19 de octubre de MMXXV, Dominica XIX Post Pentecosten
© Traducción al francés de F. de Villasmundo para MPI revisada y corregida por Mons. Viganò.
[1] En el texto original: «El principio alquímico de la Revelación del Método tiene como componente principal una burla clownesca y sonriente de la(s) víctima(s) como demostración de poder y arrogancia macabra. Cuando se lleva a cabo de forma velada, acompañada de ciertos signos ocultos y palabras simbólicas, y no suscita ninguna respuesta significativa de oposición o resistencia por parte del objetivo o los objetivos, es una de las técnicas más eficaces de guerra psicológica y violación de la mente.» Véase Michael A. Hoffman II, Sociedades secretas y guerra psicológica, 2001.
[2] El gaslighting es una forma de manipulación psicológica en la que una persona (o un grupo) lleva a otra persona a cuestionar su percepción de la realidad, su memoria o su salud mental, con el fin de controlar, debilitar o desestabilizar a la víctima. El término proviene de la película Gaslight (1944), en la que un marido manipula a su mujer haciéndole creer que está loca, por ejemplo, modificando la luz de las lámparas de gas de la casa y negando que eso ocurra.
Notas de la redacción de MPI
(1) Credo quia absurdum es una locución latina que significa «creo porque es absurdo», atribuida a Tertuliano. Esta cita es apócrifa, pero posiblemente se inspira en una frase que Tertuliano sí escribió: credibile est quia ineptum est («Hay que creer porque es absurdo»).
(2) Aleister Crowley es conocido sobre todo por sus escritos sobre ocultismo, en particular el Libro de la Ley (The Book of The Law), libro sagrado de Thelema. Crowley también fue líder de varias organizaciones ocultistas: la Astrum Argentum y la Ordo Templi Orientis.

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