México se convierte en el país más peligroso para los sacerdotes católicos

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en Latinoamérica / Internacional — por Joaquim De Alburquerque — 10 de junio de 2025

México se convierte en el país más peligroso para los sacerdotes católicos

La Iglesia católica denuncia una ola de ataques, secuestros y amenazas contra sus ministros. Tan solo en 2024, se registraron 850 casos de secuestro y un promedio de 26 iglesias fueron atacadas por semana.

Más de 80 sacerdotes asesinados

México es actualmente el lugar más peligroso del mundo para los sacerdotes católicos. “Los cárteles de la droga no toleran resistencia alguna, especialmente del clero”, advierte Robert Royal, director del Instituto Fe y Razón en Washington, D.C., en su libro recientemente publicado, “Mártires del Nuevo Milenio”. El balance de los últimos 18 años es impactante: más de 80 sacerdotes han sido asesinados, una cifra sin precedentes, incluso para un país asolado por la violencia relacionada con el narcotráfico.

El padre Omar Sotelo, del Centro Multimedia Católico (CMC), calificó esta situación de “intimidación agresiva y sistemática” en un foro sobre libertad religiosa en Washington, D.C., en febrero de 2025. Las cifras que presentó son alarmantes: solo en 2024, se registraron 850 casos de secuestros y amenazas de muerte contra sacerdotes, además de ataques semanales a 26 iglesias en todo el país.

Obispo secuestrado durante 48 horas

En abril de 2024, la desaparición del obispo emérito Salvador Rangel Mendoza, de 78 años, conmocionó a la opinión pública. El prelado de Chilpancingo-Chilapa (2015-2022) desapareció durante 48 horas y fue encontrado gravemente conmocionado en un hospital de Cuernavaca. Según medios locales, presuntamente fue maltratado y drogado por desconocidos. Durante su ministerio, se hizo conocido por sus negociaciones directas con los cárteles para evitar el derramamiento de sangre. «Acepto las tareas que el gobierno se niega a asumir», declaró entonces.

Otro caso significativo es el secuestro del padre Jesús Yovani Gómez Cruz en abril de 2025, en el estado de Sinaloa. El sacerdote fue posteriormente liberado. El obispo de Culiacán, Jesús José Herrera Quiñónez, declaró: «Tras los dolorosos acontecimientos de los últimos días, incluido el violento secuestro del padre Yovani por desconocidos, damos gracias al Señor por su regreso sano y salvo».

«La estigmatización y la persecución de sacerdotes, misioneros y religiosos deben cesar».

Uno de los crímenes que desató mayor indignación en México y en el extranjero fue el asesinato de los sacerdotes jesuitas Javier Campos Morales (79) y Joaquín César Mora Salazar (80) en Chihuahua, en junio de 2022. Fueron asesinados en una iglesia mientras ofrecían refugio a un hombre perseguido por un jefe local. Ambos sacerdotes habían servido en la Sierra Tarahumara durante décadas. La Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en México calificó el incidente como «una reflexión edificante sobre la extrema violencia y vulnerabilidad» que afecta a amplias zonas del país.

En octubre de 2024, el padre Marcelo Pérez fue asesinado en Chiapas, aparentemente por bandas criminales. Su labor en favor de los pueblos indígenas lo había puesto bajo la protección de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que no logró evitar su asesinato. La Diócesis de San Cristóbal exigió entonces el fin de la «criminalización» del clero: «Debe cesar la estigmatización y la persecución de sacerdotes, misioneros y religiosos». El padre José Filiberto Velázquez Florencio, de la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa, también ha sido objeto de amenazas de muerte. Dirige el Centro Minerva Bello para los Derechos de las Víctimas de Violencia. En 2021, fue secuestrado mientras se disponía a celebrar una misa; los vecinos negociaron su liberación. En 2023, fue atacado en la sierra por dos hombres que dispararon contra su vehículo desde una motocicleta. «Este ataque fue una clara advertencia: querían que guardara silencio, que dejara de hablar, de predicar y de ayudar», declaró.

«Nuestro trabajo se desarrolla en un entorno dominado por grupos armados, narcotráfico y corrupción. La colusión de las instituciones judiciales y de seguridad con las estructuras criminales alimenta la impunidad. Nuestro compromiso con las víctimas nos convierte en blancos constantes; es un equilibrio constante entre la vocación y la autoprotección», explicó.

En marzo de 2025, las autoridades de Jalisco descubrieron un «centro de exterminio» con crematorios clandestinos y zonas de entrenamiento criminal. Los obispos reaccionaron con contundencia: «Es una de las expresiones más crueles de maldad y miseria humana que hemos visto en nuestro país». El 13 de marzo, hicieron un llamado a orar por los desaparecidos y a poner fin a la complicidad entre la política y el crimen organizado.

Joaquim De Alburquerque.