Articulo original : https://www.medias-presse.info/nigeria-les-chretiens-sont-victimes-dun-genocide/184313/
por Nsango ya Bisu – 4 de enero de 2024, Traducido por Elisa Hernández

El arzobispo Wilfred Chikpa afirma que en Nigeria «se está produciendo un genocidio progresivo». La diócesis de Maiduguri, en colaboración con l’Aide à l’Église en Détresse (AED) (Ayuda a la Iglesia Necesitada), ha creado un centro de atención psicológica a las víctimas del terrorismo islamista que asola Nigeria. El obispo Chikpa insiste en que los cristianos son víctimas de un genocidio.
Sacerdotes y seminaristas son secuestrados cada semana con fines económicos. Bandas de delincuentes están provocando oleadas de desplazamientos de población. Ciudades y pueblos están siendo ocupados por fundamentalistas islámicos, por lo que la islamización del país aumenta a un ritmo acelerado. «Se está produciendo un genocidio gradual», afirma el obispo de Makurd, Wilfred Chikpa. Sólo en su diócesis, 93 pueblos han sido atacados.
El bastión de Boko Haram
Maiduguri es la cuna de Boko Haram, una organización islamista que ha asesinado a más de 50.000 cristianos. Otros grupos terroristas también operan en la región.
La diócesis es pionera en la atención a las víctimas de la violencia, en particular a las que han sido secuestradas o han sufrido el asesinato de familiares y amigos. Esto se refleja en el proyecto de la Iglesia católica local, el Centro de Atención al Trauma, donde ya se ha tratado a más de 2.000 personas en menos de cuatro años. El padre Joseph Bature Fidelis, director del centro, explica: «Llegan aquí destruidos. Huyen de la violencia y acuden a la Iglesia en busca de apoyo y consuelo, así como de atención médica y espiritual. La verdadera paz sólo se alcanza cuando se cura el trauma de los heridos profundos».
Testimonio de una mujer secuestrada
Janada Marcus y su familia han logrado escapar dos veces de los ataques del grupo yihadista Boko Haram. La joven fue secuestrada varias veces por los islamistas. Cuenta: «Me llevaron a las montañas, donde me torturaron durante seis días. Tuve tantas experiencias terribles y perversas, algo indescriptible, que esos seis días me parecieron años. El 15 de noviembre de 2020 me liberaron y mi madre me llevó al centro de traumatología de la diócesis de Maiduguri».
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